lunes, 12 de septiembre de 2011

Respirar es más que para tomar aire (tomado de Revista Portafolio).

Es un instrumento fundamental para que nuestro organismo consiga un estado de relajación.


Que el acto de respirar se dé en forma automática e intuitiva no significa que lo hagamos bien. De hecho, lo más probable es que no estemos aprovechando todos los beneficios de la buena oxigenación pulmonar.
“Habitualmente, mantenemos una respiración entrecortada, superficial y acelerada, que deja gran parte de nuestros pulmones sin utilizar e impide que las células se mantengan limpias y oxigenadas como debieran, lo cual es vital para la salud de los tejidos y la sangre y el funcionamiento del organismo”, explica Antonio Gallardo, entrenador deportivo de la Universidad Carlos III de Madrid (España).
De hecho, a la pregunta sobre qué es la respiración, Priti Mathur, maestra de la fundación El Arte de Vivir, que tiene una sede en Bogotá, contesta sin dudar: “Es el primer y último acto de la vida; nos acompaña siempre, sin importar qué hagamos.
Es tan involuntario y sencillo que a menudo olvidamos toda la profundidad que entraña”. Sostiene que si bien la respiración es una de las más importantes fuentes de energía, la que le permite a una persona cobrar conciencia de lo que le pasa física, mental y emocionalmente, pocos le prestan la atención apropiada.
Haga la prueba
¿Cómo saber si en nuestro día a día estamos respirando bien o, al contrario, lo hacemos de forma deficiente, saboteando inadvertidamente nuestra energía, salud y bienestar?
“Para comprobarlo basta con hacer una sencilla prueba centrada en una de las actividades más habituales y naturales en nuestra vida diaria, que suele ser un buen indicador de la forma en que gestionamos habitualmente el aire que se intercambia entre nuestros pulmones y la atmósfera, que también solemos realizar de forma automática: caminar”, aconseja Gallardo.
De acuerdo con este experto en fisiología del deporte, la prueba consiste en intentar decir, durante unos minutos, una serie de frases en voz alta o mantener un diálogo con alguien que tengamos al lado mientras caminamos hacia el supermercado o el trabajo, o damos un paseo por el parque o el centro comercial.
El ritmo de caminata nunca debe dificultar la entrada, retención y salida del aire: si respiramos con dificultad, de forma agitada o la respiración nos impide articular las palabras con normalidad, significa que estamos realizando demasiado esfuerzo y debemos caminar y respirar más suavemente.
El consejo es respirar lenta y profundamente, evitando la oxigenación entrecortada y forzada, y “obligarse a sincronizar el ritmo de marcha con el pulmonar”.
“El ritmo respiratorio consiste en inspirar por la nariz, la cual actúa como un filtro natural del aire y regulador de la temperatura permitiendo que el aire llegue limpio y cálido a los pulmones, y exhalar por la boca, dejando un breve tiempo de pausa o apnea”, añade el entrenador deportivo.
Tanto para disfrutar de la caminata como para mantener a raya el estrés y entrar en el sosiego y equilibro, Gallardo aconseja “centrar la atención en cómo entra, se retiene y sale aire de los pulmones, y en la profundidad, ritmo y velocidad con que se inspira y exhala”.
Para familiarizarnos con nuestro ritmo respiratorio, también es bueno realizar unas ‘respiraciones conscientes’, inspirando por la nariz, sintiendo cómo filtra el aire que entra y además regula su temperatura, y percibiendo cómo llega limpio y cálido a los pulmones, llenándolos plenamente.
Después, y tras un breve lapso de retención, hay que exhalar por la boca, sintiendo cómo los pulmones se vacían de impurezas.
“Una respiración irregular y acelerada al caminar nos indica que estamos moviéndonos demasiado rápido, fatigándonos y perdiendo el control de nosotros mismos. Hemos de desacelerar tanto el ritmo de la actividad como el la respiración”, explica.
RESPIRACIONES PARA CADA NECESIDAD
Además de la respiración general, hay otras técnicas que pueden ofrecer beneficios adicionales en circunstancias especiales. “En los momentos de ansiedad, esos que nos provocan la sensación de tener mariposas en el estómago, conviene realizar una respiración abdominal, que ayuda a reducir el nerviosismo.
Consiste en tomar aire, dirigirlo al abdomen y notar cómo este se eleva, y exhalar hasta que no quede nada de aire”, sugiere el experto Gallardo.
Para revitalizarse, es más aconsejable la respiración pulmonar, que consiste en inhalar hasta llenar de aire el pecho y exhalar por completo mientras se relajan o ‘sueltan’ el cuello y los hombros. Cuando arrecia el estrés, se sugiere practicar la denominada respiración dinámica.
Con los pies ligeramente separados, hay que tomar aire y soltarlo como si se estuviera silbando, mientras se inclina el cuerpo hacia delante. Es muy eficaz para aliviar la tensión nerviosa.
Finalmente, si se tienen dificultades para conciliar el sueño, lo ideal es la respiración tranquilizante. Hay que aspirar contando hasta 4, 6 u 8, contener la respiración durante esa misma cantidad de segundos.

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